Provinciales

El nene trasplantado de hígado tras una hepatitis aguda recibe el alta médica

“Pablito se va a su casa en unas horas”, confirmó el pediatra hepatólogo Alejandro Costaguta.

La historia tomó trascendencia ya que no pudo determinarse qué causó la enfermedad que afectó a este nene de apenas 8 años y que lo puso al borde de la muerte en pocos días, justo cuando la OMS lanzó un alerta por el aumento de casos de hepatitis fulminantes infantiles (especialmente en el hemisferio norte) sin que se pudiera determinar el origen.

Desde un primer momento, autoridades sanitarias y especialistas señalaron que se trataba de un caso aislado ya que no se habían detectado otros chicos con el mismo problema en la región, sin embargo el impacto en la población fue inmediato.

Después de horas interminables de angustia, de que la familia pasara de la mayor tristeza a la enorme alegría de poder ver que Pablito empezaba a recuperarse, este viernes llegó el momento más esperado. El momento del alta.

“Ahora está mirando videos de pesca en el televisor, charlando. Es un nene como cualquier otro que se tomó un desayuno con vainillas”, relató Costaguta, sin poder ocultar la emoción.

“Estoy feliz. No me entra la alegría en el cuerpo. Todos sentimos una enorme satisfacción porque las cosas se hicieron bien y pudieron salir bien”, remarcó a La Capital el especialista quien destacó el “inmenso trabajo” que hicieron decenas de agentes de salud del Sanatorio de Niños, el centro donde se trasplantó Pablo y el único autorizado por Incucai en nuestra zona para trasplante hepático infantil.

“Cada uno puso lo mejor para que hoy Pablo pueda volver a su hogar. La unión del sector privado y público tuvo un rol muy importante en este como en otros trasplantes”, agregó el médico.

La primera consulta que hicieron los padres del paciente fue en el dispensario Eva perón de Funes, donde viven, porque el pequeño no se sentía bien. De allí fue derivado al Hospital de Niños Zona Norte dado que detectaron que se trataba de un caso de gravedad.

Desde ese hospital se hizo la derivación al Sanatorio de Niños, donde durante dos días siguieron muy de cerca la evolución de Pablito. Como no mejoraba (algo que a veces sucede en forma espontánea en estos casos) decidieron inscribirlo en el Incucai donde ingresó en emergencia nacional a la espera de un hígado.

El Cudaio, que depende de Incucai y del Ministerio de Salud de Santa Fe, supervisó y siguió de cerca todas las instancias, como sucede con cada trasplante que se hace en Rosario.

La semana pasada, en una intervención que demandó 12 horas, se logró injertar un órgano proveniente de donante cadavérico de otra provincia del país.

La Unidad de Hígado y Trasplante Hepático de este sanatorio, perteneciente a Grupo Oroño, ya realizó casi 20 operaciones de este tipo en los últimos años con una alta tasa de éxito.

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